PULSA EL ENLACE Y DISFRUTA DE UN TRIO
“El poeta caníbal”, como también se le conoció, fue responsable de la muerte de otras dos mujeres: una exnovia a la que descuartizó en un basurero y a una trabajadora sexual. Cuando las autoridades lo arrestaron, el tronco del cuerpo de su pareja estaba dentro de un armario, las otras partes de su cuerpo estaban en el refrigerador y el antebrazo estaba recién frito en el sartén.
“El Caníbal de la Guerrero” se suicidó en el Reclusorio Norte días después de su arresto en 2007, aunque sus familiares dudan de esta versión, pues señalan que el cuerpo presentaba señales de tortura y violación.
Escribió novelas, obras de teatro y más de 800 poemas que distribuía en hojas o cuadernillos en las colonias Condesa, Roma y en el tianguis del Chopo.
Escribió diez novelas, ocho obras de teatro y más de ochocientos poemas. Al inicio de uno de sus volúmenes una línea indica: “Dedico estas palabras a la creación más grande del universo (que soy yo)”.
Otro de sus textos dice:
“Soy José Zepeda, nací en el 69, tengo pulmones enfermizos, corazón grande, huesos frágiles, nariz profunda hacia fuera al igual que mis recuerdos, boca amplia que alberga diez mil palabras y un clamor, manos marcadas en la fragua de la desesperación y el dolor, endurecido de los pies, imberbe de la piel y ágil de dedos; fumador del tabaco fuerte, bebedor del mezcal sin gusano, gastrónomo de afición, no de degustación sino de elaboración, privativo del frijol, el picante, los tamales y la tortilla de maíz, adicto al café más por necesidad que por gusto al mismo. Estoy viendo en el ojo de una tormenta, me ahogan las niñas de mis ojos mientras lloran. Me arrebata la ira; me dominan mis celos, me desangro, me desgarro, me acorralo. La diferencia entre la vida y la muerte es blanca, se evapora en un instante y pesa solo un gramo. Ahí estaba yo sentado frente a mi única opción. Ahora dime, mi querido lector, ¿tú, estás en la bienaventuranza o en la tribulación? Y… si estás seguro del lugar en donde te encuentras… ¿Estás con el diablo o estás con Dios?”
Calva Zepeda vendía sus poemas en
hojas sueltas o en cuadernillos, que ofrecía en las calles y en los
cafés de los Colonias Roma y Condesa, en la Ciudad de México, así como
en el Tianguis del Chopo.
José Luis Calva Zepeda con su novia, Verónica Consuelo Martínez Casarrubia
Quería ser mujer
En su ropero guardaba un traje de mallón con un sujetador que, a la
altura del pecho, simulaba dos pechos en aluminio; también poseía
antifaces multicolores, adecuados para las fiestas de Carnaval. Varios
de sus poemas hablaban sobre su obsesión con convertirse en madre y en
un cuarto conservaba una cuna con la ropita para bebé que su madre le
obsequió, en 1997, para una de sus nietas.
Según algunas versiones no oficiales, en 2007 Calva Martínez mató y descuartizó a una prostituta conocida como “La Jarocha” o “La Costeña”. Esta vez, dejó el cadáver en Tlatelolco; el cuerpo fue encontrado el 9 de abril. Sin embargo, ese crimen atribuido a Calva Zepeda aún no está comprobado.
Su relación con Alejandra Galeana
Garavito duró varias semanas. La chica de treinta años, madre soltera,
estaba enamorada del hombre que le escribía poemas y le juraba amor, sin
sospechar que se trata de un psicópata. Se trataba de una joven seria,
que no socializaba mucho. Alejandra trabajaba en la Farmacia de
Genéricos ubicada en la esquina de Guerrero con Orozco y Berra. Al
salir, caminaba cuatro cuadras sobre el Eje 1 Poniente y Calva Zepeda la
acompañaba. Pegada en la computadora, Alejandra Galeana tenía la
fotografía de él. Guardaba en su recámara las cartas y los poemas que su
novio le escribió para enamorarla. Uno de esos escritos afirma:
“Es la ausencia de tu cuerpo que me falta junto a mí.
El deseo de atraparte entre mi almohada y sus sueños.
Es tu mirada que se clava en mí como lanza de cazador”.
Dedicatoria manuscrita de Calva
Zepeda en un ejemplar de su poemario; incluye su teléfono y correo
electrónico (cortesía de Arturo Sánchez)El deseo de atraparte entre mi almohada y sus sueños.
Es tu mirada que se clava en mí como lanza de cazador”.
En su poema “Semilla germinal”, dice:“Gracias por dejarte ser parte de este universo,
el tuyo, el mío, el de nosotros dos.
Tuyo, desde el origen hasta la evolución”.Un tercero afirma:“Me cediste todas tus partes.
Tu aliento, tus uñas y tus ansias.
Me vestiste de ti y fui tu ave.
Canté tu canto que nunca calla”.
Dos portadas y contraportadas distintas del libro Caminando ando
El 5 de octubre, Alejandra Galeana se fue de su casa para no regresar;
dejó de responder las llamadas que le hacía su madre, quien tampoco
estaba de acuerdo con su relación con Calva Zepeda.el tuyo, el mío, el de nosotros dos.
Tuyo, desde el origen hasta la evolución”.Un tercero afirma:“Me cediste todas tus partes.
Tu aliento, tus uñas y tus ansias.
Me vestiste de ti y fui tu ave.
Canté tu canto que nunca calla”.
Esa misma noche, Calva Zepeda asesinó a
su novia. Pero esta vez fue más allá. Tras el homicidio, Calva Zepeda
procedió a descuartizarla como a Verónica Consuelo, utilizando para ello
la tina del baño. Pero, no conforme con ello, decidió guardar el
cadáver en su departamento. Destazó la pierna y el brazo derecho, le
quitó la piel y la carne, y después las guardó en el refrigerador. Puso
algunos huesos en una caja de cereal. El tronco del cadáver de su novia
lo guardó en el ropero.
El cadáver de Alejandra Galeana
El lunes 8 de octubre, Calva Zepeda se
puso a cocinar: los ingredientes principales eran la mano y trozos de
la carne del brazo de Alejandra. Hirvió los restos en agua un buen rato;
preparó un caldo muy espeso y una vez que la carne estaba cocida, les
añadió limón como condimento. Se sirvió los trozos de carne en la mesa
de su desayunador, con más limón cortado en un platito. Pero no contaba
con que sus vecinos habían percibido el hedor del cuerpo descompuesto
que procedía de su departamento. Llamaron a la policía, que acudió a
averiguar qué ocurría.
Cuando los oficiales tocaron a su
puerta, Calva Zepeda supo que estaba perdido. Los dejó entrar, pero
luego trató de huir saltando desde el balcón de su departamento; pese a
la caída aún pudo echar a correr, pero un taxi lo atropelló. La policía
lo detuvo y luego revisaron su casa: lo que encontraron los llenó de
horror y se convirtió en la noticia sensacionalista del año en México.
Los paramédicos acudieron a curarlo, pero su estado ameritaba que lo
trasladaran a una clínica. Lo llevaron al Hospital de Xoco, donde
permaneció bajo custodia. Mientras estaba internado allí, le dijo a una
criminóloga: “De alguna forma agradezco que haya ido la policía, ya
que así no me causo daño ni causo daño. Ya quería que terminara este
infierno”.
SU AMANTE ERA UN HOMBRE
El 22 de octubre, la policía detuvo a
su amante y presunto cómplice, Juan Carlos Monroy Pérez. El 24 de
octubre, Calva Zepeda fue trasladado al Reclusorio Oriente.
Al ser cuestionado al otro día por el
Juez 21 de lo Penal, Juan Jesús Chavarría Sánchez, sobre si rendiría su
declaración preparatoria sobre los hechos de los que se le acusaba, “El
Caníbal” contestó: “Sí quisiera hablar, pero no coordino bien mis ideas”.
Ante el juez afirmó ser católico, escritor y ganar hasta cuatrocientos pesos diarios por la venta de sus textos. “No
soy el monstruo que se ha dibujado, soy una persona que cometió un
error, que está arrepentida y que tiene el deseo de seguir viviendo, no
importa si me voy a quedar cincuenta años aquí encerrado”, concluyó.
Su abogado fue Humberto Guerrero Plata, quien alegó que Calva Zepeda “estaba enfermo de sus facultades mentales”. Bajo estos términos, Calva Zepeda se negó a declarar.
Además de acusarlo por los asesinatos de tres mujeres, se le levantaron cargos por profanación de cadáveres y delito contra la paz de los muertos. Igualmente, las autoridades buscaron relacionarlo con los feminicidios cometidos en el área limítrofe entre el Estado de México y el Distrito Federal, donde aparecieron decenas de mujeres mutiladas, parte de cuyos cuerpos, como piernas, brazos y torsos, nunca fueron localizadas.
En la cárcel, Calva Zepeda inició la escritura de una nueva obra: Caníbal, el Poeta Seductor, la cual quedó inconclusa. Uno de sus fragmentos rezaba: “Tienes frente a ti sólo dos opciones: vivir o morir. Morir es sencillo y no es necesario dejar de respirar para hacerlo. Sin embargo, para vivir es necesario morir”.
En esta novela manuscrita, Calva
Zepeda narra la historia de un bebé recién nacido que es abandonado por
su madre y rescatado por una perra callejera. Posteriormente, el
personaje es criado por un bibliotecario, quien le pone el nombre de
Dante y lo enseña a leer y escribir, inculcándole el gusto por la
poesía. A partir de entonces, Dante comete su primer crimen, dejando en
sus víctimas (todas mujeres) un poema escrito sobre su piel. Al final de
las hojas aparece una línea que dice: “Nota: No reproducir estas hojas, protegidas por derechos de autor”.
Caricatura sobre Calva Zepeda
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