Evangelina Tejera Bosada MÉXICO
LA SAYONA MEXICANA
Evangelina Tejera Bosada nació en 1965 en Veracruz, Ver., (México). Fue hija de Jaime Tejera Suárez, un prestigiado médico que, sin embargo, transformó su casa en una prisión, encerrando a su esposa, maltratándola igual que a sus hijos, y llegando a apuntarles con una pistola en un arranque de furia causado por su alcoholismo.
Tras el divorcio de sus padres, su hermano menor, Juan Miguel Tejera Bosada, permaneció con su madre. Evangelina estuvo también con ella un buen tiempo. Sus padres se separaron cuando ella tenía nueve años. Después, los problemas económicos fueron la constante.
Su madre le reprochaba muchas cosas: entre ellas, ser mujer y ocasionar gastos. Evangelina estudio hasta la mitad del tercer grado de secundaria. Después se acercó a su padre. Este la convirtió en una sustituta de la madre: invirtió en ella tiempo y dinero para tratar de pulir su educación.
Fueron los años dorados de la chica. Jugaba al tenis, tocaba el piano, asistía a cenas y eventos sociales acompañada siempre de su progenitor. Se transformó en una hermosa mujer muy blanca, rubia, con grandes y expresivos ojos verdes.
Las fiestas del Carnaval de Veracruz son uno de los acontecimientos sociales más importantes de esa ciudad. Cada año, en febrero, se celebra el Carnaval. Carros alegóricos, desfiles, disfraces, comparsas, fiesta en las calles. Como marca la tradición de los carnavales, se elige a una pareja real, los llamados “Monarcas de la Alegría”: el “Rey Feo” y la “Reina del Carnaval”. En Veracruz, este cargo lo obtiene quien recauda mayor cantidad de dinero a través de una especie de campaña. Gracias a las influencias de su padre, Evangelina fue seleccionada. Se convirtió en la Reina del Carnaval de Veracruz en 1983. Su nombre como reina era Evangelina Segunda. Para entonces tenía dieciocho años y un brillante porvenir. A su lado estaba el “Rey Feo”: Octavio Mardones “Tavo”, un barbudo y obeso adolescente.
El entonces gobernador del estado de Veracruz, Agustín Acosta Lagunes, accedió a coronar a Evangelina. Sin embargo, al final no asistió. En las semanas anteriores al Carnaval, la muchacha se dedicó a asistir a reuniones de sociedad, siempre del brazo de su padre.
El otro lado de la historia era la necesidad de Evangelina de relacionarse con hombres que la maltrataran. Varios de sus novios de adolescencia lo hacían. Al tiempo que su fotografía aparecía en los periódicos adornando las crónicas de la sección social, ella comenzaba a abusar del alcohol y utilizaba diferentes drogas, las cuáles consumía desde los quince años, principalmente marihuana y cocaína. Pasaba las noches en fiestas y en discotecas famosas como “Perro Salado”, el antro más famoso de Veracruz en los años ochenta.
El Carnaval de Veracruz de 1983 vio a Evangelina celebrando al lado de cantantes mexicanas famosas como Lila Deneken y Dulce, y de actores como Abraham Méndez (hermano menor de la actriz Lucía Méndez) y Raymundo Capetillo. Apareció además en el programa televisivo de espectáculos más famoso de la época en México: Siempre en Domingo, así como en varios noticieros y programas de televisión.
El martes 8 de febrero de 1983 comenzó el Carnaval. La gente quemó en la calle un muñeco de tres metros de altura que representaba al mal humor. Al otro día, Evangelina recibió del Comité Organizador el vestido que luciría durante su “reinado”. A lo largo de esas jornadas, una constante serían las fotografías de Evangelina rodeada de niños.
El jueves 10 de febrero, Evangelina Segunda coronó al “Rey Feo”, Tavo Primero, en una ceremonia muy concurrida. El viernes 11 de febrero a las 19:30 horas comenzó el desfile de Evangelina y su séquito. Salió del Teatro de la Reforma y desfiló por las calles en medio de grupos folklóricos, comparsas, agrupaciones musicales, la Banda de la Marina y alrededor de cincuenta mil personas que la ovacionaban desde las banquetas.
La chica iba radiante; su vida era una fiesta, su presencia un éxito. Como una ironía, la reina popular llegó hasta el Parque Zamora y a las calles de Independencia y Rayón, justo enfrente de un tétrico edificio de departamentos donde, tiempo después, Evangelina cometería los crímenes que destrozarían a la sociedad de aquella ciudad costera.
La chica que aparecía en los periódicos poco a poco se alejó de los reflectores. Se relacionó con un hombre con el cual vivió un tiempo. Tuvo dos hijos con él: Jaime y Juan Miguel Tejera Bosada. El padre de los niños nunca los reconoció y por eso llevaban los mismos apellidos de su madre. Luego él la abandonó.
Se hizo amante de un médico muy afamado, casado, quien también terminó por dejarla. Evangelina le pidió ayuda a su familia, quienes a regañadientes accedieron a encargarse de su manutención y la de sus hijos. Tenía continuos conflictos con su hermano menor. Además, era conocida su tendencia casi patológica a mentir e inventar historias descabelladas donde ella era la protagonista. Su mitomanía sería uno de los rasgos de personalidad más acusados.
Evangelina se mudó al edificio de departamentos de la Lotería Nacional, arriba del local de Telas de México, en la esquina de las calles Rayón e Independencia, frente al Parque Zamora, donde seis años atrás había terminado su desfile inicial como Reina del Carnaval. Arregló su departamento, el 501, y colocó plantas en unos enormes macetones color cobre. Allí, sola, comenzó a dar grandes fiestas. Para entonces, su adicción a la cocaína le provocaba episodios de agresividad. Sus hijos vivían con ella. Evangelina los encerraba en una recámara mientras se celebraban las fiestas en la sala y la recámara restante. Corrían el alcohol y la cocaína, y el sexo era la constante. La mayoría de los asistentes eran jóvenes de la alta sociedad veracruzana, los herederos de las familias pudientes. Evangelina también consumía grandes cantidades de medicamentos, entre ellos Tegretol, Lexotan y Valium. Los familiares de Evangelina se escandalizaban ante las continuas noticias de los excesos de la chica. Poco a poco le cortaron los apoyos y la alejaron del círculo familiar.
En 1989, Evangelina no pudo más. Su madre había dejado de ayudarla económicamente y no tenía trabajo. Vivía de lo que le iban prestando. No tenía dinero y el poco que obtenía lo gastaba en droga. Extrañaba los viejos tiempos, la atención de la gente, el impostado glamour de ser una ex Reina del Carnaval de Veracruz. Además, sus hijos la fastidiaban. No podía mantenerlos y tampoco lo deseaba. Los golpeaba frecuentemente o los dejaba abandonados durante días, sin comer, encerrados en el departamento.
MATA A SUS HIJO COMO UNA MALDITA SAYONA
0 Comentarios