Más allá de los venezolanos que viven de algún flujo de divisas,
queda 84% de la población que sigue viviendo -o, mejor, sobreviviendo-
en bolívares.
Según las cuentas de Datanálisis, 60% de esa porción social del país
se beneficia con subsidios gubernamentales; especialmente, de las cajas
Clap.
“No es que una caja Clap le resuelve completamente la vida a alguien,
pero ayuda. Igual pasa con los bonos que llegan por el carnet de la
patria. Son insuficientes, pero significan un apoyo que mitiga la
crisis, aunque no evita una precarización mayor”, resume León.
Sin embargo, el economista apunta una cifra que desnuda la ineficiencia
de estos subsidios y el enorme costo fiscal que implican. De acuerdo con
los cálculos de Datanálisis, el costo real de mercado de una Caja Clap,
al cierre de mayo, era de 29.600.000 bolívares.
29.575.000
El asunto es que este costo es pagado por el Estado en términos
efectivos. Sin contar los meandros presuntos de la micro y macro
corrupción, el gobierno transfería 29.575.000 bolívares netos a cada
beneficiario de la caja que, aunque súper devaluados, podrían tener un
uso más eficiente.
Un trabajo académico preparado en el Escuela de Nutrición y Dietética
de la Universidad Central de Venezuela, donde se analiza el contenido
regular de una Caja Clap, advierte que se abusa de los carbohidratos y
se suprimen otros nutrientes esenciales, como las proteinas.
El análisis concluye que la este subsidio en particular es
potencialmente generador de enfermedades, como la obesidad e
hipertensión, entre otras,además de multiplicador de la pobreza por
malnutrición.
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