En 2010 la población de Toronto (Canadá) se vio sorprendida por un terrible acontecimiento. Una pareja de vietnamitas fue atacada dentro de su hogar, en lo que parecía un robo a su morada. La mujer murió y su marido quedó en estado crítico por un disparo en la cara.
Pero lo que realmente sorprendió de este caso, fue que la joven hija del matrimonio había ordenado la muerte de sus padres.
Ahora, toda la historia que conmocionó a Canadá ha quedado al descubierto mediante una carta que escribió Karen Ho, una compañera de la hija de la pareja.
A principios de 2015, el jurado la declaró culpable y fue condenada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional durante 25 años por los cargos de asesinato en primer grado e intento de homicidio. Junto con ella, se condenaron a otras tres personas: Lenford Crawford, David Mylvaganam y Daniel Wong, el novio de la joven.
BAJO UN DISFRAZ
Jennifer Pan parecía la hija perfecta. Se disfrazaba de estudiante modelo de una escuela católica y aún debajo su máscara, fingió ser una excelente graduada universitaria, licenciada en farmacología. Sus padres, Bich Ha y Huei Hann Pan, se sentían muy orgullosos de la pequeña.
Pero lo que no sabían, todavía, era que su historia de amor paternofilial no era más que un montón de mentiras que iban a acabar con su familia.
Los padres de Jennifer eran empleados de una fábrica de manufacturas. Ellos dos, antiguos refugiados de Vietnam en Canadá, llevaban una vida austera y trabajaban duro para asegurarse de que sus dos hijos tuvieran una vida con mejores posibilidades que las suyas. Valoraban mucho la educación, por lo que siempre fueron, en ese aspecto, estrictos con Jennifer y su hijo menor, Felix.
Pero Jennifer era todo lo que unos padres pueden desear.
PRESIONADA PARA SER PERFECTA
De niña, ella tomaba lecciones de piano y de patinaje artístico. Tenía el sueño de llegar a competir en las Olimpiadas, pero tuvo que dejar este deporte a causa de una lesión en un ligamiento de la pierna.
También tenía conocimientos en artes marciales, era una gran nadadora y la mejor en todas las actividades extracurriculares en las que participaba. Sacaba buenas notas y era una estudiante aplicada.
Cuando llegó a la adolescencia, sus padres le prohibieron salir de fiesta o tener citas. Lo primordial eran sus estudios.
La presión era una constante en la vida de Jennifer y no podía lidiar con las exigencias de su familia.
EMPIEZAN LAS MENTIRAS
En octavo todos sus esfuerzos para convertirse en la mejor estudiante de su curso no fueron suficientes. Desde ese momento, las cosas no empezaron a irle bien en el colegio a Jennifer. Empezó a vivir una doble vida, llena de engaños.
Fue Karen K. Ho, una amiga de la familia y compañera de clase de Jennifer quién reveló, en un artículo para Toronto Life, la red de mentiras que Jennifer había tejido y en la que vivía; la que terminaría por destruir a su familia.
Sus mentiras empezaron con falsificaciones de notas. Mientras sus padres creían que su hija sacaba notas de matrícula, Jennifer era alentada por sus profesores por su repentino bajo rendimiento.
RED DE MENTIRAS DESMEDIDA
Más adelante, también ocultó su relación con Daniel Wong, porque sus padres no iban a aceptarle.
Luego cuando no pudo graduarse de la secundaria ni ir a la universidad por no haber aprobado una materia, Pan construyó una historia ficticia para que sus padres no se enteraran del problema. Al parecer, Jennifer había recibido una aceptación anticipada de la universidad de Ryerson, pero al no poder graduarse, la universidad retiró su oferta.
Pan le explicó a sus padres que comenzaría la universidad en el otoño. Su (falso) plan era hacer dos años de ciencias, y luego transferirse a la Universidad para estudiar farmacología, que era lo que quería su padre. En septiembre, ella fingió asistir durante semanas a la universidad. Cuando llegó el momento de pagar la matrícula, alteró algunos documentos y convenció a su padre que tenía una beca de 3 mil dólares.
CASTIGO CATALIZADOR
Después de 2 años, los padres de la joven empezaron a sospechar del engaño de su hija. Su última mentira fue que había encontrado trabajo en un hospital. Sus padres la siguieron y descubrieron todo lo que Jennifer llevaba ocultando durante años.
El castigo fue muy duro. Ella misma lo comparó con un "arresto domiciliario": le prohibieron salir de casa indefinidamente, le quitaron el teléfono móvil y el portátil y tampoco podía ver a su novio. El control de sus padres sobre ella creció exponencialmente.
Su ruptura con Wong fue el catalizador de todo.
PAGÓ 10.000 DÓLARES
En 2010, Jennifer se reencontró con su antiguo compañero de la escuela primaria, Andrew Montemayor. Junto con él y otro amigo, Ricardo Duncan, Jennifer empezó a pensar cómo deshacerse de sus padres. Pero el asesinato no se le pasó por la cabeza hasta que retomó su relación con Daniel Wong.
Él le consiguió un nuevo teléfono móvil y le pasó el contacto de Lenford Crawford, alias 'Homeboy'. A cambio de 10.000 dólares él se ofrecía a asesinar a sus padres.
A medida que el plan tomaba forma, Daniel rompió de nuevo su relación con Jennifer.
LA PRESIÓN QUE DISPARÓ EL ARMA
La noche del 8 de noviembre, Lenord Crawford, junto con sus dos cómplices, David Mylvaganam y Eric Carty, entraron al hogar de la pareja y dispararon tres veces a Bich, que cayó muerta instantáneamente. Hann recibió dos tiros, uno de ellos en la cabeza y le dejó en coma. Antes de dispararles, les ataron y les cubrieron la cabeza.
Al principio, la policía creyó que se trataba de un robo a mano armada. Pero a medida que las investigaciones avanzaban, Jennifer Pan, se convirtió en la principal sospechosa ya que su testimonio no cuadraba, tal y como explicó el detective de la Policía Regional de York, William Courtice, que estaba al mando de la investigación.
La joven contó a la policía que tres hombres entraron en su casa y la ataron antes de disparar a sus padres.
LA VERSIÓN NO CUADRA
Las sospechas de Courtice hacia Jennifer se hicieron más tangibles cuando los médicos informaron que el padre iba a sobrevivir y el miedo se apoderó de ella. Cuando, una semana después del asesinato, Hann Pan pudo testificar, su testimonio no tenía nada que ver con el relato que la joven contó a la policía.
Fueron los conocidos de la joven, quienes finalmente la delataron, declarando que sospechaban de ella, igual que la policía. Finalmente, encontraron a los hombres que contrató para perpetrar el asesinato.
El juicio por asesinato empezó en 2014 y duró 10 meses. Ella negó los cargos, aunque admitió en el estrado que había planeado contratar a alguien para que cometiera el crimen por ella, pero le robaron el dinero. Aseguró que no conocía a los tres hombres que entraron en su casa.
Cuando se dio a conocer el veredicto, Jennifer no mostró ningún tipo de emoción.
EL FINAL DE MUCHAS VIDAS
La defensa de Wong y Crawford sostienen que ninguno de ellos estuvo en la residencia de los Pan la noche del asesinato, pero se les acusa de haber actuado de intermediarios con quién efectuó los disparos. El abogado de Mylvaganam también niega que su cliente fuera el tirador.
Hann Pan no asistió al juicio, pero escribió una carta en la que decía que a pesar de haber sobrevivido, él sentía "que había muerto esa noche". "Ese día perdí a mi mujer y también perdí a mi hija", escribió.
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