Cuando eliminas toda solución lógica a un problema, lo ilógico aunque imposible es invariablemente lo cierto . Sherlock Holmes.
La
brumosa mañana del domingo 12 de agosto de 2012, ocurrió un extraño
crimen. A un hombre le volaron la cabeza dentro de su propio rancho
ubicado en las invasiones La Yuca , al extremo sur de Valencia,
estado Carabobo.
La víctima, Horacio Martínez (32), tenía entrada
y salida de proyectil que le arrancó parte de la cabeza. En la escena
del crimen había sesos; huesos; trozos de cerebro; cabellos y abundante
sangre.
Los vecinos de esa deprimida comunidad no dudaron en
acusar al presunto asesino. Dijeron que vieron entrar en el rancho de
Horacio al pastor evangélico Martín Duarte. Él era el único que se
atrevía a semejante cosa, pues todos sabían que Horacio era un peligroso
homicida. Pero aun así, el insistente pastor lo molestaba día y noche
intentando evangelizarlo.
El mismo Horacio le advirtió al pastor
que no lo molestara más o lo iba a dejar pagao de la sartén, pa que
fuera serio y dejara el fastidio . Aun así, el tenaz hombre de Dios no
le paró y siguió diciéndole a Horacio que si no se arrepentía, Dios
podría mandarle un castigo del cielo por todo el mal que había hecho en
su vida y que su alma se iba a ir derechito a la quinta paila del
infierno.
La mañana del crimen, el pastor fue a invitarlo
nuevamente al culto de la naciente congregación de la zona. Eran como
las 8:00 de la mañana y muchas personas vieron al pastor entrar en el
destartalado rancho de Horacio, cuya puerta de lata y madera siempre
estaba abierta. Muchos de los vecinos apostaban a que un día de éstos,
Horacio se iba a cansar de las idioteces del evangélico y lo iba a
explotar a tiros .
Lo que pasó a continuación fue tan
sorprendente que los vecinos quedaron con la boca abierta. Se escuchó
una gran detonación en el rancho de Horacio. El pastor, con la ropa y el
rostro manchados de sangre y sesos, salió a tropezones, lanzó una
mirada aterrorizada hacia el techo. Intentaba correr, pero se resbalaba y
caía; hasta que al fin se estabilizó y salió huyendo a toda carrera
gritando como un loco. Cuando los curiosos vecinos entraron en el
rancho, vieron aterrorizados el cadáver de Horacio con media cabeza
convertida en un amasijo sanguinolento.
El proyectil entró
por la parte alta de la cabeza
Los
agentes para casos especiales de la Policía Científica Carlos Salinas y
Mario Pinto llegaron a la escena del crimen. Todo fue fotografiado;
colectado y analizado de forma preliminar. Los vecinos soltaron un
chaparrón de acusaciones contra el pastor prófugo. ¿Quién lo diría?,
seguro que como no pudo convertirlo, lo asesinó , dijeron.
Cuando
se llevaron el cadáver, los investigadores fueron al laboratorio.
Agrandaron las fotos y con procedimientos digitales, las estudiaron con
detenimiento. Se dieron cuenta de inmediato de que el proyectil había
entrado por la parte alta de la cabeza de la víctima que estaba de
espaldas a una pared de lata, mientras que su presunto asesino estaba
frente a él, como lo indicaban las huellas estáticas sobre el piso de
barro.
A menos que el pastor hubiera disparado una bala
inteligente , que subiera y bajara en trayectoria sobre el techo
(agujereado por un gran boquete) y sobre la cabeza de la víctima, no
podía ser el asesino.
Además, ese agujero del techo era muy
grande, y la herida causada no correspondía ni con una poderosa bala
calibre .44 Magnum disparada a quemarropa. Esta bala le habría explotado
la cabeza literalmente a la víctima. Pero el proyectil que lo mató lo
agarró de lado, rozando, y aun así, se llevó parte de su cabeza.
Una cosa loca
El
pastor fue detenido, pero estaba tan atribulado, que solo lloraba. Los
agentes estaban convencidos de que no era el asesino, aunque todas las
pruebas estaban en su contra. Los vecinos lo culparon sencillamente
porque era lo más evidente. Y también porque sabían en el fondo que ese
hombre era incapaz de vengarse aun cuando lo acusaran de frente. Pero si
hubiera sido un delincuente peligroso como Horacio, no habrían visto
ni escuchado nada , sencillamente se habrían hecho los locos.
Luego
de agotar todas las pistas, se les vino a la mente una cosa loca .
Buscaron en la página de la Fundación Centro de Investigaciones de
Astronomía Francisco J. Duarte (Cida) de Mérida ¡y todo se hizo más
claro! Parecía una locura, pero creían que ya tenían al asesino.
Regresaron
a la escena del crimen al tercer día. Entraron. Buscaron en el suelo de
tierra y& ¡ahí estaba! Un cráter de unos 10 centímetros de
diámetro. Ése era el verdadero asesino. Tomaron la muestra y explicaron
el caso a los sorprendidos jefes.
Del 12 al 13 de agosto, todos
los años, la Tierra pasa por una zona del espacio donde hay una nube de
rocas espaciales o meteoritos, dejadas por la desintegración gradual
del cometa 109P/Swift-Tuttle que viene al sistema solar cada 130 años
aproximadamente. Esto genera una lluvia de meteoritos conocida como las
Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo. Pues bien, aunque parezca una cosa
loca, una de estas rocas al entrar en la atmósfera y precipitarse en
caída libre, cayó en la cabeza a Horacio Martínez. El pastor no lo mató.
El asesino fue un meteorito venido desde las insondables profundidades
del espacio exterior .
Los investigadores pusieron la roca sobre
la mesa del jefe. Era poco más grande que una metra pequeña. Mostraba
su chamuscada corteza de fusión y rastros de sangre y material
biológico. A este asesino que vino del espacio se le llamó Val-0001. Los
análisis determinaron que en efecto era un meteorito rocoso tipo
acondrita. Lo más sorprendente es que las estadísticas dicen que la
posibilidad de que a uno lo mate un meteorito es de 1 entre dos
billones. Aunque desde 1827 a 1992 hay casos registrados. Así que, a
este tipo, ¡le tocaba, porque le tocaba!
Caso resuelto.
autor
http://www.notitarde.com/miercoles-criminal/El-sorprendente-caso-del-asesino-celestial-2361759/2015/03/03/493022/
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