Maracaibo 


“A mi esposa la mataron porque no tenía objetos de valor”: pareja de estudiante asesinada






Secaba sus lágrimas, una y otra vez, mientras recordaba con impotencia el amargo episodio vivido durante el atraco a una buseta de Cuatro Bocas, donde su esposa Lilibeth Leandra Andrade Sulbarán, perdió la vida, el pasado domingo.
Sócrates Quintero, con dolor, recordó ayer lunes, durante el velorio de la estudiante de derecho de la Urbe, cómo ocurrió el asalto al transporte colectivo.


“En Santa Cruz nos montamos en la buseta e íbamos para Ziruma. A la altura de bomba Caribe se subieron dos tipos, uno de ellos armado. Robaron a unos 20 pasajeros y cuando nos tocó el turno a nosotros, Lilibeth estaba muy nerviosa. Ellos nos pidieron pertenencias, pero como yo no tenía nada y ella tampoco (objetos de valor), uno de ellos se molestó.
Me pidió que me pusiera de pie y le entregara el teléfono y así lo hice. El ladrón le insistía a ella que ocultaba algo en el bolso, porque mi esposa estaba muy nerviosa. Cuando se estaban bajando, el delincuente se tropezó en la escalerita y cayó a la carretera. Molesto le dijo a su compinche: ‘Disparale a ese maldito”, reveló el joven.

“El sujeto me apuntó a las piernas con el revólver y disparó, tuvimos tan mala suerte que la bala me rozó la rodilla y la impactó a ella por el costado”, narró Sócrates, desde la residencia donde convivía con Lilibeth, en el sector Los Chorros II, en la vía a Santa Cruz de Mara.
Lilibeth, minutos antes, como en una especie de premonición, le había advertido a su esposo, que dejaría su celular en casa, “por si acaso nos roban”.
La joven hace poco se había inscrito en derecho y tenía apenas una semana estudiando. Estaba muy entusiasmada con la idea de comenzar una carrera universitaria. Era una joven alegre, de cabellos rubios y cristiana.
Los familiares pidieron justicia durante el velorio y que el Cicpc capture pronto a los responsables del crimen.
“El chofer de la buseta nos llevó primero a un ambulatorio en San Jacinto, después a una clínica por la plaza de toros, donde no nos atendieron. Allí tomé un taxi, tras esperar por uno durante 20 minutos, para ir al hospital. En ese trayecto me dio un beso de despedida”, contó entristecido.
Se espera que mañana miércoles entreguen los retratos hablados de los dos robabuses y asesinos. 

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