la targedia del paraiso 16 de junio de 2018


Dos metros de alto y un metro y medio de ancho, con una puerta de metal a cada extremo. Por ese pasillo con escaleras entraron 500 personas, pero no todas pudieron salir en la madrugada del sábado 16 de junio. Esa es la entrada del Club Los Cotorros, ubicado en El Paraíso, donde la noche del viernes 15 de junio se celebró una fiesta que terminó con 17 fallecidos y nueve heridos, según el más reciente reporte oficial.
“Para salir, había que bajar unas escaleras. Cuando lanzaron la bomba lacrimógena todos corrieron hacia ellas, pero la puerta se cerró. Como 50 personas quedaron allí atrapadas“, indicó Francisco, un sobreviviente de la tragedia que causó la activación del artefacto, el cual supuesamente tenía como justificación poner fin a una riña entre adolescentes.
Según su testimonio, la fiesta era un evento planificado desde hace más de un mes. En Facebook circulan panfletos en el que nombraron al evento The Legacy, al que estarían invitados siete dj’s. La productora de eventos Rumba Caracas informaba además en varios post que el precio de la entrada era de 600.000 bolívares para los hombres y para las mujeres 500.000 bolívares.
Aunque el afiche decía que el festejo era para mayores de 18 años, en los detalles publicados indicaban que se aceptaba a menores de edad si pagaban 60.000 bolívares más.
“Había muchos adolescentes. Parecía que salían del liceo y estaban celebrando su graduación. El lugar estaba lleno, calculo que unas 400 personas”, precisó Francisco.
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Los hechos

Era la 1:20 am y el Dj de turno pinchaba un set de bachata. Francisco, detrás de la tarima, vio cómo un grupo de jóvenes salió del baño en medio de golpes y patadas. Estaban discutiendo. “Tenían botellas en las manos y las rompieron en el salón”, manifestó el hombre de 32 años.
La tensión llegó al límite cuando varios de los muchachos empuñaron las botellas rotas y amenazaron con ellas a sus contrincantes. Los asistentes empezaron a apartarse espantados; mientras que los increpados corrieron hacia las escaleras, lanzaron la bomba lacrimógena y huyeron del sitio.
“Yo no sé si fue intencional, que ellos cerraron la puerta cuando salieron del local o que a alguien se le cerró cuando escapaba del humo. Pero eso causó más caos, porque la gente no encontraba cómo salir“, explicó el sobreviviente.
Francisco fue uno de los que corrió hacia la única vía de escape que conocía. Al ver que los escalones estaban abarrotados de personas, decidió retirarse. Esto le ocasionó asfixia y salivación excesiva debido al efecto del gas lacrimógeno.
Vio que del lado derecho de las escaleras había tres ventanas y se quedó allí, respirando el aire que se filtraba. El espacio de salida era como un túnel, según recuerda.
“No sé de dónde salió un tipo alto que decía que era seguridad. Él abrió una puerta que daba a un salón y por allí había otra salida“, dijo Francisco, quien estuvo atrapado en el cub de El Paraíso por 40 minutos.

Sin respuesta

A las 2:30 am aún no llegaba ningún organismo de seguridad, pese a que varias personas usaban sus celulares para contactar al 911, número de emergencia en Venezuela.
Francisco fue testigo de cómo un grupo de muchachos intentaba comunicarse con algún funcionario vía telefónica, pero no lo lograba. Le pidieron su celular para llamar también al 911. Dos intentos fallidos hicieron desde ese aparato.
“Como diez minutos después, pasó una patrulla blanca. Era un Cicpc (funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas). Se bajó con pistola en mano, nos apuntaba y gritaba. No entendimos por qué nos trataba como malandros. Al final entendió que estábamos en medio de una emergencia y se llevó a un chamo desmayado y otros tres asfixiados“, recordó.
Él y su hermano decidieron irse a pie hasta la estación de Metro Artigas. Para ellos esta opción fue la mejor que tuvieron a la mano, aunque varias personas decidieron lo mismo. A esa hora no hay servicio de transporte, ni terrestre ni subterráneo, por lo que todos tuvieron que esperar a las afueras de la estación.
“Estoy impactado. Cuando llegué nadie me revisó, ni me pidieron cédula. Creo que falló la seguridad, aunque me dijeron que había cuatro vigilantes. Yo nos lo vi. La verdad fue bien feo lo que vivimos”, expuso el sobreviviente.

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