El caso de Kate Webster no deja de ser aún más curioso. Después de matar a la señora para la que trabajaba con un hacha de partir carbón, la despedazó ayudándose de una sierra especial para carne y se deshizo de las piezas mayores tirándolas a un río o quemándolas. Hecho esto, coció las partes más “substanciosas” de las que extrajo la grasa, que embotelló y vendió a un restaurante como aderezo de los platos.
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