Mucha jactancia y mucho discurso presidencial a raíz del anuncio de los aumentos del salario y del bono de alimentación. Y peor, son muchos los incautos emocionados porque creen que ahora sí es verdad que los reales van a alcanzarles.
Pero detengámonos en los 42.880 bolívares aprobados para la comida: el último estudio del Cendas-FVM
refiere que para que una familia se alimente necesita 363 mil 866
bolívares. ¿Conclusión? El gran aumento decretado por Maduro es
insuficiente y francamente ridículo. Solo pregúntese: ¿a usted le
alcanzará?
Ni con evangelio de por medio
Que
cada quien fortalezca o menoscabe su espiritualidad a conveniencia y
gusto. Esa es una cosa. Otra, distinta y deleznable, es sustentar
mentiras o aplacar ánimos creencias mediante. Es lo que hace la Alcaldía
de Eriberto Aguilera al desplegar una frase bíblica en la valla que
anuncia la reparación de la cárcava de Villa Colombia: “Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra”, dice el libro Proverbios, en la Biblia.
El trabajo debía estar listo a mediados de
junio. Pero dos meses después, no se ha terminado. Y la frase continúa
allí, impertérrita, socialista y bolivariana. Y acompañada por otras
perlas: “Gobierno de la eficiencia”, “tus impuestos son invertidos en
obras” y “un solo gobierno construyendo el desarrollo del municipio”.
Demasiadas farsas para que las sostenga una pobre valla.
La invasión que amenaza la salud
Una de las trastadas inaugurales de Hugo
Chávez fue avalar las invasiones. Las consecuencias nos persiguen 18
años después. Se puede constatar en el terreno donde, se supone, iba a
construirse el hospital de Unare. O en donde, ojalá, se construirá.
El lugar en sí pertenece a Villa Betania. Allí, la Gran Misión Vivienda Venezuela, por las malas, comenzó la construcción de una “ciudad socialista”.
¿No sería más apegado a los cánones del socialismo, entonces, un
hospital, antes que la violación de lo planificado, como ocurre en este
caso, para favorecer a la gente? Las distorsiones de estos días. Y de
este gobierno.
Callao y sediento
Carnavales coloridos, sí, y las verborreas habituales sobre el bonito (y bastante ensangrentado)
oro de El Callao. Pero eso no sirve de nada cuando sus habitantes
padecen los rigores de una gestión que no procura llevarles el servicio
elemental de agua potable.
Fue lo que a principios de esta semana denunció el concejal Armando Betancourt: varios sectores de la localidad sureña tienen que abastecerse en los ríos contaminados.
Insiste en que el alcalde Coromoto Lugo debería mover más su agenda
para, con Hidrobolívar, procurar una solución. No es precisamente lo que
está haciendo. Tal y como ocurrió en febrero, cuando, modositos, Lugo y
Francisco Rangel Gómez se tomaron de las manos en la misa de las
madamas, deberían hacer lo mismo pero no para algo etéreo como una
rezadera sino para otro punto más terrenal y necesario.
Un debate por los bomberos
Voluntarios y funcionarios de Bomberos de Caroní se reunieron con el comandante de ese cuerpo, José Zamora, y debatieron propuestas para sacar adelante a una institución que está en las peores condiciones de su historia.
Recuperar los vehículos que ahora conforman
un cementerio, reestructurar al equipo y promover conversaciones con
los entes de gobierno son parte de las ideas que surgieron en ese primer
encuentro. Decimos primero porque debe haber más: la ciudad lo requiere
y lo clama. La indolencia no puede ser alternativa: el asunto es
delicado.
0 Comentarios