"El pueblo pobre sufre no entiendo como gano Maduro pero aqui seguimos" Ratón Magallanes
Notitarde.- Para algunos pasajeros subir a una improvisado camión de transporte en Valencia constituye una aventura similar a la de un deporte extremo.
Para otros no es más que una humillante experiencia.
“Hasta hace poco el mayor riesgo era salir aporreado durante algún robo en un autobús, ahora lo más probable es perder la vida en uno de estos destartalados camiones”, comentó Fabián Ruíz quien se aferraba a los santos y al extremo de una soga.
Con su ironía recordaba a las casi extintas unidades de transporte que transitaban por las avenidas de la ciudad.
Desde hace algunos meses le toca aventurarse en las plataformas de cualquier vehículo de carga o en cavas de refrigeración.
También en los camiones que acarreaban escombros y ahora llevan personas cuyas vidas penden de un frágil mecate.
“Pensar que hace algunos años las autoridades andaban pendientes. Multaban a las busetas desguañingadas, les aplicaban la operación chatarra para sacarlos de circulación y les impedían aumentar el pasaje. Ahora estos ilegales transportistas cobran lo que se les antoja, cuando pasan por alguna alcabala los policías miran para otro lado”.
El pasaje mínimo es Bs. 10 mil
La mayoría de las bautizadas “perreras” desde hace varios meses cobran diez mil bolívares como pasaje mínimo.Ello incluye a niños, adultos y personas de la tercera edad.
Los últimos accidentes ocurridos en los improvisados camiones de transporte público han estado asociados a la precariedad de sus condiciones mecánicas.
Algunos han sido vinculados con temerarios asaltantes que deciden probar suerte.
Según las autoridades el robo de vehículos de transporte ha disminuido proporcionalmente a la cantidad de busetas que prestan servicio.
Subsiste, sin embargo, una agotada dinastía de ladrones callejeros conocidos como carteristas; estirpe que se congrega en los lugares de mayor aglomeración.
Con sarcasmo, el albañil Ruíz considera que la crisis del transporte público solucionó lo que las autoridades no habían podido lograr.
“Los robabusetas andan pasando roncha”, dice.
Los representantes de esa modalidad delictiva no se atreven a sacar un arma de fuego o un cuchillo entre la multitud, se exponen a ser desarmados, se les dificulta huir en medio del tumulto.
Además podrían ser observados desde la calle, una especie de epitafio de un stand up comedy ambulante.
Al caótico mosaico se le suman desvencijadas volquetas que transitan por el sector Plaza de Toros, avenida Michelena, Flor Amarillo, la carretera de Güigüe y la avenida Bolívar.
Allí las pesas unidades cobran el doble a los que necesitan llegar a sus casas o acercarse hasta sus lugares de trabajo.
El resto de la extenuante travesía lo hacen a pie.
Al acercarse la noche el precio del pasaje aumenta.
Los desventurados pasajeros se aferran las cuerdas y a las bolsas de yuca llevan consigo.
Apiñados como en los transportes de tropas de la primera guerra mundial bambolean de un lado a otro.
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Por ello los asaltantes tampoco se atreven a mostrar un arma en ese laberinto de manos donde sus víctimas, como los moluscos, aprovechan cualquier superficie para sujetarse con las ventosas que la naturaleza no les proveyó.Los pasajeros, sus bocadillos matutinos, ahora transitan en camiones o caminan por calles y avenidas.
Las autoridades aseguran que aún no han registrado el primer robo dentro de alguna perrera.
Sin embargo, la pasada semana se reportaron tres personas heridas en la carretera Valencia-Güigüie donde un camión volteo colisionó.
Testigos aseguraron que los pasajeros detectaron a tres antisociales a quienes defenestraron antes de probar suerte.
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