Son muchas cosas las que no se cuentan en los medios. Todo depende de para qué lado se esté realmente. Es una cuestión de perspectiva. En Venezuela existe mucho partidismo en los medios de comunicación, lo que dificulta realmente el conseguir información veraz y oportuna. Mientras algunos hablan sobre las buenas cosas del estado, otros hablan de sus fallas. Pocos son objetivos realmente.

Es necesario mostrar los dos lados de la misma moneda, dejando al lector decidir a su juicio y percepción. En esta ocasión pretendo mostrar un poco más a fondo el tema de los concejos comunales y las bolsas del CLAP, Comités Locales de Abastecimiento y Producción, con el fin de que, independientemente de la preferencia política que se tenga, podamos aclarar nuestras dudas frente a este tema.
Para las personas que no lo sepan, el CLAP es el sistema que hace frente a la situación económica actual que vive este país. ¿De qué manera? Fácil, llevando bolsas de mercado a las comunidades de clase baja para así evitar la especulación de algunos artículos de primera necesidad y combatir el bachaqueo, que es el comercio ilegal de artículos de primera necesidad regulados por el estado y revendidos a precios excesivos. Para comprobar si este sistema es o no efectivo se deberían analizar las innumerables opiniones de ciudadanos conformes e inconformes, siendo claro consciente de las siguientes variables.
Algunas notas sobre el CLAP
Para comenzar, el CLAP no opera de la misma manera en todas las comunidades, lo cual sugiere una desventaja al considerar que a todos no les llega la misma cantidad de productos o los que realmente necesitan. Hay comunidades donde las bolsas del CLAP traen harina, arroz, espaguetis, pollo, carne, granos, mantequilla, entre otros; es decir varios artículos. En cambio, hay otras comunidades a las que les llegan sólo tres artículos, es decir: una harina, un arroz y un kilo de caraotas (alubias), por ejemplo. Esto genera disconformidad en diferentes sectores, donde molesta, por ejemplo, que solo llegue harina y no arroz, mientras que a otros llegan ambos productos, y así pare usted de contar las quejas.
Frente a la inquietud de todas estas quejas están los más perjudicados, a los que ni siquiera les llega la bolsa, aunque a algunos les llegue cada 21 días o cada mes.
Sin embargo, hay mucha disconformidad en el sector de la población debido a estas irregularidades. Las constantes quejas sobre el tema son llevadas a los concejos comunales, que se encargan de la distribución de los productos. Hay quienes creen que es culpa de ellos, incluso los acusan de apropiarse de mercancía para ellos mismos y sus familiares. Comentarios como «en tal sitio llego tal producto o valía tanto» hacen los reclamos cada vez más difíciles de soportar. El problema es que la distribución de los artículos no es cuestión del concejo comunal, sino del CLAP.

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