Una mujer sospechosa de reclutar a más de 80 mujeres terroristas suicidas ha confesado que ella organizó las violaciones, para luego convencerlas de que el martirio era la única forma de escapar de la vergüenza y redimirse. En el islam la violación es una de las mayores vergüenzas que puede sufrir una mujer, cuando una de las víctimas reporta la gresión sexual es repudiada y en muchas ocasiones incluso castigada, recibiendo latigazos por haber provocado el asalto.
Samira Jassam también conocida como Um al-Mumenin, que significa “la madre de los creyentes”, de 51 años de edad, fue arrestada el 21 de enero por la policía iraquí tras confesar haber organizado emboscadas a mujeres con el fin de que estas fueran violadas, los ataques se cuentan por decenas, afirmó el Mayor General Qassim Atta.
En un vídeo Samira Jassam hizo una confesión, en la que explicaba cómo las preparaba mentalmente para las operaciones de martirio, explicandolas que la única forma de evitar la vergüenza y redimir su culpa era dando su vida por la Yihad (guerra santa), después las mandaba con terroristas que proveían a las mujeres con los explosivos necesarios para inmolarse. Finalmente la madre de los creyentes llevaba a estas mujeres a los lugares donde estaban sus objetivos.
Samira confesó su responsabilidad por estas acciones, y confirmó que 28 intentos fueron preparados en la base de los terroristas, supuestamente ella está vinculada al grupo insurgente Ansar al-Sunnah.
Dos de los ataques de los que Samira Jassam ha admitido ser responsable en un video confesión tuvieron lugar en la provincia de Diyala, en el centro de Iraq, zona que es considerada una de las más peligrosas del país. Los reportes militares de la prensa asociada de EE.UU. muestran cifras que indican que por lo menos 36 mujeres terroristas suicidas intentaron o llevaron a cabo 32 ataques el año pasado. Con frecuencia las mujeres pueden pasar por los puestos de control militar sin ser revisadas, esto hace que sea más fácil para ellas ocultar explosivos bajo sus ropas tradicionales.
Tras ser capturada por la policía de Iraq, Samira confiesa sin remordimiento sus acciones, que por sus creencias religiosas son justificables por el Corán. Ahora es madre de sus colegas en una cárcel de Iraq ya que sus víctimas son mártires por la causa de Alá, mientras espera el juicio en su contra.
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