Cuba: Apedrean a un transexual hasta la muerte
El suceso ha provocado la indignación de la comunidad LGBT pinareña y levantado un sinnúmero de rumores, dado el silencio de las autoridades, sobre el carácter del crimen homofóbico o crimen pasional del asesinato. Para aclarar los sucesos, 14ymedio ha visitado a la madre de Muñoz Robaina, quien se encontraba en un estado de tristeza profunda, pero aún así quiso dar su testimonio para este diario.
Se fue la "alegría de la casa"
Berta Robaina es una mujer recia de más de cincuenta años, curtida por el trabajo y que no deja de preguntarse por qué tuvo qué pasarle algo así a su hijo. Vivían juntos en una modesta casa de bajo costo, frente a la Fábrica de Piezas de Repuesto en las cercanías del Reparto Cuba Libre, conocido también como El Rancho. Yosvani era “la alegría de la casa”, según cuenta su madre con las profundas huellas del dolor en el rostro.
Al preguntarle sobre quiénes fueron los perpetradores del ataque que le costó la vida a su hijo, la mujer aguanta las lágrimas y asegura que “eran un grupo de muchachitos que no tenían algo mejor que hacer que agredir a personas que nunca se metían con nadie”. Lo absurdo de la situación ha dejado a la señora con una mezcla de sufrimiento por la pérdida y confusión ante la realidad de que un hecho así haya llegado a ocurrir.
Sobre el tema de los muchos rumores que corren por la ciudad sobre la verdadera causa de la muerte, Berta aclara que “Yosvani tenia muchas pedradas en el cuerpo, incluso en la cabeza, fue llevado sin conocimiento para el policlínico Pedro Borras, cerca de las dos de la madrugada del 26 de abril”. Allí moriría una hora después como consecuencia de las heridas recibidas.
Los resultados de la autopsia
“Cuando terminaron la autopsia,” cuenta la madre, “sobre las seis de la mañana, me informaron que la pedrada que le causó la muerte no fue la de la cabeza, como se creía, sino una que le impactó en el bazo y literalmente se lo reventó, produciéndole una hemorragia interna. Se quedó sin sangre”, explica la señora casi en un suspiro. “Esto fue lo que me dijo la policía” precisa y refiere que “lo enterramos el día 27”.
La policía también informó a la madre que “habían tres adolescentes presos y de ellos, dos eran los mayores sospechosos, uno tiene 13 años y el otro 17, este último es el que me han dicho que confesó haberle dado la pedrada fatal”. Aunque aclara que “no sé si esto es así o no, pero es lo que me han dicho en el DTI del km 4 de la carretera a San Juan, que es donde los tienen detenidos”.
Un hecho así debió dejar muchos testigos a pesar de haber ocurrido de madrugada. Berta asegura que “claro que hay, pero es que muchos tienen miedo, aunque en el velorio y el entierro estuvieron a mi lado, pero aquí nadie quiere problemas”. Explica que hasta el momento nadie ha venido a decirle “yo sé quienes son y lo voy a decir”. La señora sin embargo apunta sobre el silencio de los acompañantes de su hijo esa noche que “los entiendo, porque todos ellos son discriminados y tienen miedo, lo mismo en los trabajos, que en la calle, en donde quiera y eso no es justo, eso tiene que cambiar”.
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Exigen justicia
El reclamo de Berta es claro, “lo único que yo pido es justicia, porque hoy le tocó a mi hijo pero mañana puede ser cualquiera de su comunidad”. La madre cuenta más detalles del hijo fallecido “era muy pegado a mí, yo tengo tres hijos”, “bueno, tenía, ahora tengo dos, pero esos otros tienen sus vidas, Yosvani fue el que se quedó conmigo. Tú ves esta casita de bajo costo, él me ayudo muchísimo con ella”.
Se extiende en los valores de esa persona que ya no volverá a traspasar el umbral del hogar, sonriente y bullicioso. “Todo el mundo lo quería porque era muy jaranero y sabía mucho de cosméticos, modas y todo eso, siempre tenía atrás muchas muchachitas de aquí del barrio pidiéndole consejos de belleza y esas cosas”. “Ni sé lo que voy a hacer de ahora en adelante, la casa sin Yosvani ya no tiene alegría, es un golpe muy duro, mi hijo era todo para mí”.
A Yosvani le decían La Eterna e incluso La Invicta “porque estuvo muchas veces al borde de la muerte por el VIH que padecía, pero siempre se reponía y salía adelante, tenía unas tremendas ganas de vivir”, asegura la señora. “Lo que es la vida, mira que batalló contra la enfermedad y mira como muere, de una pedrada”, comenta con indignación.
Berta no quiere ser fotografiada para acompañar su testimonio con una imagen “¿Una foto mía, pa’ qué? No es que tenga miedo, pero en estos momentos yo no estoy pa’ fotos”.
Este artículo fue originalmente publicado por 14YMEDIO.COM
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